La Sociedad Interamericana de Prensa y el acceso de la información en poder del Estado
Cuentos para la exportación
por Kevin Harrington-Shelton
Los medios del gobierno se disparan en el pie con el reciente Informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (http://www.sipiapa.org/asamblea/panama-147/). Reflejando su habitual tónica de mantener al panameño distraído en nimiedades para no pisar los callos de sus stakeholders, con premisas enfatiza items de menor importancia (distribución de la pauta publicitaria gubernamental, ley de periodista propuesta), y cierran confesando que “cumplido un año de gobierno de la nueva administración se observa menos hostilidad hacia los medios de comunicación”.
No así hacia la ciudadanía en general. Casi no tocan sobre un pilar de la democracia que sí preocupó al resto del hemisferio. A saber, que “en varios países del área, entre ellos Panamá, se han incrementado las limitaciones al acceso de la información en poder del Estado.” Tal como explican los recientes linchamientos mediáticos, a nuestros medios co-optados con un selectivo paso-expedito a primicias sobre información dable (y no-dable) no les interesa aquella institución de control ciudadano que representa el habeas data para los demás panameños.
De hecho fue La Prensa quien aplaudió –a rabiar– la derogación de la reglamentación de la ley de Transparencia, en cuanto tomó posesión el presidente Martín Torrijos. No es de sorprender pues las bellezas que engendró ese gobierno, particularmente con relación a ICA, PYCSA y a Odebrecht.
Y ahora, a título de zarina anti-corrupción, la egresada de una subsidiaria de La Prensa no ha dicho ni pío sobre un atentado a la credibilidad de dicha garantía constitucional. En un habeas data contra la HD Ana Matilde Gómez (por incumplimiento de la Ley de Transparencia en un caso contra el ex-presidente Ricardo Martinelli, para escurrir el bulto la Corte Suprema en la Comisión de Credenciales) discurrió –unánimemente– que mi petición de información no debió haber sido depositada en el despacho que la Asamblea tiene dispuesto en su entrada para el recibo de correspondencia oficial, sino en las dulces y delicadas manos de la propia diputada. Los detalles medulares del caso aparecen transcritos en el fallo en sí, por lo que doña Angélica Maytín bien podría leerlo a bordo en uno de sus viajes extra-continentales.
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